La luz del sol nos llega cada vez con peor calidad porque la capa de ozono es más fina, incluso tiende a desvanecerse en los polos, y los gases de efecto invernadero impiden el flujo “natural” del sistema de filtrado que posee nuestra atmósfera, sumado al aumento de contaminación.

Si fuéramos un tomate de los años 30 y nos trasladáramos al tiempo actual, no seríamos capaces de sobrevivir bajo las actuales condiciones. Todas las especies vegetales han ido adaptándose a la variación de las condiciones en su entorno, hasta hoy en que son recurrentes los fenómenos que causan desórdenes fisiológicos muy importantes que a su vez desencadenan problemas a distintos niveles, lo que se traduce en la proliferación de plagas y enfermedades en los cultivos hortícolas.

No debemos olvidar que las plantas producen su energía mediante la fotosíntesis, que depende, fundamentalmente, de la intensidad y la frecuencia lumínica.

Por ejemplo, las solanáceas (tomate, patata, pimiento, berenjena, etc.), acostumbradas a desarrollarse bajo el sol, están sufriendo notables problemas fisiológicos debido a que la calidad de la luz no es la adecuada. Recientes ensayos bajo diferentes mallas de sombreo y protectores solares revelan mejores resultados productivos en comparación con las cultivadas directamente bajo el sol.

Frente a estos resultados se plantea la protección de las plantas hortícolas de verano mediante diferentes tipos de sombreo, junto al tratamiento de hojas y frutos con biopreparados que ayuden a proteger la cutícula tanto de las hojas como de los frutos.

Elabora un buen biopreparado

Veamos cómo se prepara uno de los biopreparados que mejores resultados ha obtenido en nuestros ensayos de campo en hortícolas de verano.

Para preparar 60 litros de producto final:
• Un recipiente de plástico con cierre hermético metálico
• Sello de agua a través de una manguera de salida de aire introducida en una botella con agua.
• 4 kilos de semilla de microbiología nativa introducida en una tela natural (elaboración descrita en la página 57).
• 2 litros de melaza.
• 80 g de sulfato de cinc.
• 1 litro de extracto fermentado de hipérico.
• 1 l de extracto fermentado de consuelda.
• 1 l de decocción de cola de caballo.
• 3 kilos de tierra de diatomeas.
• 1 kg de gel natural de aloe vera o el interior de la hoja de chumbera.
• 1 kg de calabaza triturada.
• 500 g de ceniza.

Este bioprotector solar se elabora durante 20 días en anaerobiosis (sin presencia de oxígeno). Se aplica sobre la superficie foliar de la planta diluido al 6%, una vez cada 10 días durante el periodo de mayor insolación. Es importante aplicarlo siempre por la tarde, después de las 20 horas.

Hay que recordar que tanto las plantas de nuestro huerto como las personas que lo trabajan deben protegerse adecuadamente de los efectos de la radiación solar, especialmente durante el verano.

CERAI Aragón. Equipo de Dinamización Local Agroecológica