Las lombrices consiguen mejorar hasta el más alto nivel una tecnología ya de por sí magnífica. Añaden, sobre los beneficios y nutrientes del compost “convencional”, unas piezas clave que convierten al lombricompost (también llamado vermicompost y humus de lombriz) en una opción perfecta si queremos asegurar unos buenos resultados. Esta ingeniería que nos ofrecen las lombrices puede paliar problemas de acceso a materia orgánica de calidad.

La complejidad que puede presentar para las personas entender la fertilidad la llevan estas maestras en sus genes tras millones de años coevolucionando con plantas y tierras diferentes. Al fin y al cabo, ellas dependen de la biomasa que producen plantas sanas, el interés es mutuo, no manda la competencia monofactorial.

Si nos atenemos exclusivamente al contenido numérico de nutrientes, que depende en gran medida de los materiales compostados, estamos perdiendo de vista detalles que hacen la diferencia. Los números no alimentan la planta sin ayuda de quien cocina, que son los microorganismos. Aquí está una de las claves del lombricompost o humus de lombriz y es que las lombrices saben cómo incluir en la receta hasta 10.000 millones de bacterias por gramo; entre ellas abundan fijadoras de nitrógeno atmosférico y solubilizadoras de fósforo que ponen a disposición nutrientes adicionales a los que aporta el humus de por sí. También abundan las bacterias nitrificantes (en consecuencia, aporta nitrógeno en formas nítricas) que transforman picos de amonio que podrían quedar en nuestro compost y que el calor primaveral podría liberar bruscamente.

Por si fuera poco, incluso mejora la salud de nuestros cultivos protegiendo su entorno radicular porque, y una vez más, lo hacen combinando varios mecanismos de acción. Los ácidos húmicos, presentes en cualquier compost, estimulan el desarrollo radicular de las plantas y por tanto su salud integral. Las ingenieras de la fertilidad, en este caso, mejoran este efecto inoculando esa zona radicular con actinomicetos que protegen las raíces de parásitos oportunistas como Phytium y Fusarium. Completa este círculo virtuoso una dosis de hongos micorrícicos aderezados con azúcares y polímeros codiciados por microorganismos cada vez más arriba en la cadena trófica como hongos descomponedores.

A efectos prácticos esta combinación convierte al lombricompost en el fertilizante más fácil de usar. Podemos aplicarlo en primavera sin miedo a que retrase los crecimientos o disponibilidades excesivas. Además, aportará a la tierra los ingredientes para un arranque primaveral sano y vigoroso.

CERAI Aragón. Equipo de Dinamización Local Agroecológica

 Libro Elabora tu propio lombricompost