Las más dulces cerezas

Curiosamente, mientras en la tierra del Sol Naciente admiran su belleza ornamental –la flor del cerezo es “el alma del Japón”– y desde hace más de 1.000 años se esmeran en seleccionar variedades con las flores más hermosas, en Europa hemos perseguido obtener una fruta cada vez más dulce y sabrosa, que atrae especialmente a los niños, de forma innata.
Del cruce de ancestrales guindos y cerezos silvestres cruzados con frutales traídos por árabes y romanos, hemos heredado un surtido admirable. Desde las peculiares picotas –cerezas sin rabito–, muy sabrosas, cultivadas principalmente en Extremadura, en el Valle del Jerte, a toda una gama de cerezas de Galicia, Catalunya, Navarra, Aragón, Murcia, Andalucía… siento no poder citarlas todas. Casi blancas, o de un amarillo pálido, otras veteadas, rosadas, de un rojo intenso y hasta casi negras. Cuanto más dulces, más nos aportan vitamina C, potasio, calcio y otros minerales.
A partir de mayo, su color y su delicioso sabor nos atraen como a pajarillos hambrientos después del invierno Como toda fruta de hueso es rica en hierro, con un zumo rojo intenso que pregona la labor regenerativa que hará en la sangre y en las células del crecimiento; a los niños les atraen como a los pajarillos hambrientos, a los adultos además nos interesan sus propiedades depurativas, ese agua que desintoxica y esa fibra ligeramente laxante. Su color indica riqueza en carotenoides, magnesio, cobre, zinc, además de ser un alimento alcalinizante, en definitiva rejuvenecedor. Es así como supo retratarla un pintor como El Bosco, que allá por el año 1500 pintó una enigmática obra maestra, El Jardín de las delicias. Porque tras los rigores del invierno, quién no recuerda la alegría de coger cerezas y colgarlas tras las orejas como pendientes, encaramados al árbol, disfrutando como del primer beso. La juventud tiene labios de cereza. Pero hay que cogerlas en sazón, porque después ya no maduran, por eso lo mejor es descubrir las variedades que tengamos más cerca, y disfrutar de buenas cerezas ecológicas, como de la más dulce juventud.