Siempre hemos oído lo importante de levantar los cultivos y sus restos una vez finalizado el ciclo, y pese a ello encontramos, en pleno invierno, esqueletos de plantas de verano. Por eso queremos aprovechar el otoño para dar algunos consejos.

Esta norma práctica se basa en el principio de evitar que ciertos patógenos creen formas resistentes o sigan multiplicándose sobre un cultivo ya debilitado. Puede ocurrir que ciertos problemas sanitarios se agraven conforme más años llevamos cultivando un huerto. Una posible causa puede ser la acumulación de inóculos (esporas, huevos de invierno, crisálidas, larvas en diapausa…) y por tanto una infección exitosa cuando las condiciones lo permitan.

A menudo la limpieza comienza antes del fin del cultivo. Por ejemplo, si en cultivos de tomate o pimiento con Heliothis dejamos frutos afectados en la tierra o no los compostamos adecuadamente, las larvas llegarán a formar pupas; si es la última generación (la de otoño) se enterrarán para esperar pacientes la primavera y volver al cultivo. En este caso será de gran ayuda realizar una labor inmediatamente después de levantar el cultivo. Si no vamos a plantar nada lo ideal será sembrar un abono verde. Tanto la labor como el sembrado se lo pondrán más difícil.

Si dejamos morir en el campo plantas con mildiu ayudamos al patógeno a completar algún ciclo más, mientras la planta aún tiene vida pero no fuerza para defenderse. Los restos de la planta muerta podrían estar sirviendo de soporte para que la Alternaria pase el invierno en ellos, al igual que frutos en superficie pueden servir de soporte para multiplicación de bacterias y hongos. En cucurbitáceas con oídio conviene ir retirando hojas viejas y toda la planta tras la cosecha, para evitar que –si el tiempo se mantiene suave– la forme Formas de conservar los alimentos enfermedad siga reproduciéndose. Aunque sus esporas no son muy resistentes, si aumenta el número más posibilidades habrá de que resistan las valientes. Si hemos tenido araña en judías u otros cultivos, debemos saber que los adultos intentarán pasar el invierno en diapausa sobre los restos.

Para poder enterrar los restos afectados necesitamos una tierra viva, capaz de descomponer rápidamente los restos, pero con el frío su actividad se ralentiza. La alternativa: un buen compostaje en montón. Y si se trata de grandes afecciones, tirarlos a la basura o en último caso quemarlos.

Por último, hay que tener en cuenta que cada vez hay más plástico entre los restos de cultivo. El problema es evidente, pero existen sustitutos que además nos ahorrarán tiempo de recogida: biopolímeros a base de almidón para acolchar, cuerdas de sisal, mallas de algodón para entutorar, e incluso cinta biodegradable para atar tomates. Si regamos por goteo, mejor tubo rígido que cinta desechable, porque además de ser reutilizable se retira más fácilmente.

CERAI Aragón. Equipo de Dinamización local Agroecológica