Cuidar de la fauna auxiliar también en invierno

Es bien conocido por quienes leemos esta revista la importancia de la fauna auxiliar para cuidar nuestro huerto y controlar las poblaciones de potenciales plagas. Sabemos que si nuestras plantas están bien alimentadas por una tierra fértil y ponemos los medios para que la fauna auxiliar viva en él, las plagas no serán una preocupación constante y sólo estaremos atentos en momentos clave o en años más favorables a su aparición.
En la pausa invernal solemos olvidarnos de los auxiliares, precisamente cuando el mundo de los insectos se encuentra en pausa invernal en casi todas las regiones de la península y Baleares. Si sabemos cómo pasan el invierno nuestros compañeros de 6 patas podremos cuidar de ellos para que en primavera partamos del mayor número posible de individuos en condiciones de iniciar su actividad.
Si queremos la ayuda de ácaros depredadores de trips, araña roja o ácaros eriófidos (provocan el bronceado del tomate), deberemos suministrarles espacios donde hibernar. Como norma general eligen las fisuras en cortezas de troncos o ramas donde llegan incluso a ocupar pupas vacías de polillas.
Cuando no encuentran presas en el cultivo prefieren refugiarse en el estrato arbustivo o arbóreo de nuestro huerto, por eso si no tenemos mucho espacio, podemos aprovechar y delimitar con troncos algunos de los parterres de flora auxiliar. Un estrato herbáceo de gramíneas ayudará a que puedan alimentarse a la salida del invierno, hasta que empiecen a aparecer sus presas en los cultivos, en el verano bien entrado en el caso de la araña roja y del vasates (Aculops lycopersici).
La supervivencia de las crisopas mejorará si les proporcionamos refugios adicionales. Les gusta pasar el invierno protegidas en fendas de la madera, siendo muy común que hibernen en las vigas de madera de las casetas de aperos u otras construcciones. Siempre podemos fabricarles un refugio muy simple con una especie de caja nido de pájaro, pero sustituyendo el agujero de la entrada por unas ranuras similares a las de un buzón. Dentro de la caja colocaremos paja y a partir de septiembre podemos colocarlo en nuestro huerto.
Las hembras fecundadas de heterópteros, como los míridos, paralizan su “gestación” durante el invierno y se refugian en el estrato herbáceo. Serán las gramíneas y leguminosas las que les proporcionen también el polen necesario para despertar en primavera. Las poblaciones de trips, abundantes en este estrato herbáceo, alimentarán la primera generación. Las siguientes nos serán de gran ayuda para controlar puestas y larvas de todo tipo de potenciales plagas, incluidos lepidópteros como tuta o heliotis.
Las hembras de sírfidos, cuyas larvas son de las más eficientes depredadoras de pulgón, pasan el invierno en vegetación espontánea refugiándose del frío en ribazos, barbechos arbustivos o lindes del bosque. Si el frío es severo o no disponen de estas zonas asilvestradas (tan necesarias y tan poco valoradas por la agricultura industrial) migran a zonas más cálidas ya que son buenas voladoras. Con flores tempranas como fumarias, aliagas, endrino, espino, lavándula u otras nos aseguramos poder disponer de polen cuanto antes para atraer su llegada cuando el calor vuelva. El pulgón que habite en las habas o vezas de nuestros abonos verdes les proporcionará también alimento a las primeras generaciones de larvas.
Si tenemos la suerte de lindar con vegetación natural de hojarasca o si acolchamos con material orgánico parte de nuestros setos o parterres habrá refugio para los escarabajos de la familia Carabidae, orden Coleoptera, temidos por muchos tipos de insectos e invertebrados por su instinto depredador. Son nocturnos y muy sensibles al laboreo y a los pesticidas. Además, no abarcan mucho territorio por ser en general malos voladores, por lo que debemos convencerles para quedarse todo el año. Les gustan los materiales de cubierta en descomposición que son además la base nutritiva de fauna auxiliar vertebrada como aves, erizos, reptiles, etc.
CERAI Aragón. Equipo de Dinamización Local Agroecológica