La aromática ajedrea

Las ajedreas, silvestres o cultivadas, son desde hace siglos muy apreciadas como aromáticas y medicinales, tanto es así que los monjes medievales ya la incluían en sus huertos como remedio y condimento. Además de por estas virtudes nos interesa acogerla en el huerto por ser melífera y buena compañera de algunos cultivos.
Puede ser anual y herbácea, como la ajedrea común o ajedrea de huerto (Satureja hortensis L), de unos 10-20 cm de altura; o puede ser vivaz y de hojas más coriáceas, como la conocida también como hisopillo (Satureja montana) que crece en matojos bajos, densos. Ambas, y muchas más variedades, como la Satureja citriodora, que huele a limón, pertenecen a la familia de las Labiadas, llamadas así porque la corola de sus flores está dividida en dos partes o labios. Aleja al pulgón, atrae polinizadores y es un condimento excelente en la cocina
Diversos estudios han mostrado que en el huerto, asociadas con nuestras hortalizas, especialmente con las leguminosas (alubias, habas, guisantes) mejoran el rendimiento y con sus aromas les protege del pulgón. De igual modo es muy indicado sembrarlas o trasplantarlas en los lugares donde antes se han cultivado patatas o remolachas.
Además de ser melíferas y atraer polinizadores, las ajedreas son directamente valiosas para la salud humana. Con ellas podemos preparar una infusión expectorante, pero también son un condimento que ayuda a la digestión. Los mejores cocineros la recomiendan para realzar sabores, aromatizar los platos y concretamente porque ayudan a evitar gases y flatulencias al comer alimentos feculentos (harinosos) como habas, alubias secas, guisantes, lentejas, garbanzos, y también los guisos y asados. Les dan sabor y nos ayudan a digerirlos bien. Con ajedrea se aliñan las aceitunas en Aragón, Cataluña, Murcia y Valencia, porque al sabor añaden sus propiedades antisépticas y antifúngicas, más que cualquiera otra de las labiadas.