Protección contra las heladas

Las heladas son un factor climático determinante en el calendario del huerto, porque la congelación del agua interna de las plantas provoca que sus células se deshidraten hasta causar daños irreversibles. Son los mecanismos de cada especie para evitar esa deshidratación los que aportan una mayor o menor tolerancia a las temperaturas por debajo de 0 ºC. Esta adaptabilidad divide nuestros cultivos en cultivos de verano y de invierno.
Los cultivos de verano mueren con las primeras heladas de otoño o invierno y no pueden ser trasplantados a cielo abierto hasta después de las últimas heladas de primavera (tras la fl oración del espino albar). Los de invierno toleran temperaturas bajo cero, aunque hay factores que matizan dicha tolerancia, como la naturaleza de la helada, el cultivar o el manejo.
Un método obvio de protección contra las heladas es seleccionar los cultivos a lo largo del año en función de su tolerancia, existiendo a veces variedades de invierno que toleran mejor las heladas (lechugas, puerros, zanahorias, coles…). A menudo las variedades más precoces son más sensibles a heladas.
La rapidez del enfriamiento y las condiciones precedentes definen la severidad de los daños. Cuanto más brusco sea el cambio de temperatura menos “endurecida” (aclimatada) estará la planta para tolerar la helada. Podemos afi rmar que condiciones favorables para crecer, son desfavorables para “endurecerse”. No podemos controlar las altas temperaturas en invierno (anormales pero últimamente frecuentes) ni la irrupción brusca de frío después de las mismas, pero podemos controlar el crecimiento. En época de riesgo de heladas serán desfavorables los abonados nitrogenados o mover la tierra donde se encuentran los cultivos, ya que la oxigenación favorece el crecimiento. También evitaremos riegos excesivos, aunque no podemos olvidar que una tierra húmeda almacena y retiene mejor el calor que la seca y removida.
En cultivos que permanecen en la tierra durante el invierno, pero terminan su desarrollo en primavera, puede interesarnos retrasar ese desarrollo (fresa, hortalizas de hoja de primavera…). Podemos conseguirlo con un acolchado de paja, así la tierra se calentará más despacio y retrasaremos el crecimiento, manteniéndose más tiempo tolerante a una posible helada tardía. Un efecto similar se consigue retrasando siembras de guisantes, bisaltos o habas.
El emplazamiento del huerto también infl uye. Debemos pensar en el aire frío como una masa de agua que no queremos que lo inunde. Setos y otras barreras tienen gran infl uencia en la ventilación o en la acumulación de aire frío.
Efectiva, pero más costosa, es la protección del cultivo con cubiertas plásticas (PE o manta térmica) o incluso para algo tan valioso como los semilleros, podemos usar un invernadero de vidrio, que pueden aumentar la temperatura entre 1 y 7 ºC.
CERAI Aragón. Equipo de Dinamización local Agroecológica