Los nitratos son la forma en la que las plantas absorben el nitrógeno necesario para transformarlo en aminoácidos. Si, por algún motivo, durante el cultivo de una hortaliza parte de ese nitrato no se transforma en aminoácidos queda acumulado en los tejidos de esa hortaliza y acaba en nuestros cuerpos, donde a su vez puede transformarse en nitritos (que impiden a la sangre llevar oxígeno) y nitrosaminas (probadas cancerígenas). Por eso existen controles sobre este compuesto tan ligado a la agricultura y ganadería, y por eso la contaminación por nitratos sea uno de los problemas derivados de una agricultura y ganadería convencionales. Pero, ¿puede una hortaliza ecológica tener niveles excesivos de nitratos? Desde luego nada que ver con un cultivo a base de abonos químicos. Pero si encadenamos determinadas condiciones podemos generar una acumulación excesiva que reste calidad nutricional a nuestras hortalizas y también estaremos fomentando patologías derivadas de una mala síntesis de aminoácidos, como son los insectos chupadores y muchos hongos.

Las hortalizas que más tienden a acumular nitratos son las de hoja y raíz, destacando la lechuga, el apio, la remolacha y los rabanitos. Existen dos factores de gran incidencia sobre la transformación de nitratos en aminoácidos y, por tanto, en contenido de nitrato residual en los tejidos.

El primero y más obvio es que con la fertilización apliquemos un exceso de nitratos. Para evitarlo –además de no superar las dosis adecuadas para cada cultivo– no aplicaremos fertilizantes de baja relación carbono-nitrógeno. De hecho, la remolacha, la lechuga y los rabanitos aprovechan muy bien “residuos” de un cultivo anterior exigente, como coles, cucurbitáceas y solanáceas. El apio, aunque más exigente, agradece aplicaciones de compost muy hecho o humus de lombriz.

El segundo factor se da sobre todo en invierno, ya que se deriva de una deficiencia en luminosidad de los cultivos. Es común en cultivos de hoja en invernadero en los ciclos de invierno, pues hemos de saber que el plástico de la cubierta disminuye entre un 20 y un 30% la intensidad lumínica, lo que unido a las pocas horas de sol puede llevar a acumular nitratos. Se pueden eliminar las hojas exteriores antes de su venta o consumo, ya que son las que más acumulan, pero si podemos escoger consumiremos las hortalizas lo más cerca de sus estaciones preferidas, y aquí las variedades juegan un papel importante.

Si todavía no lo hacéis, os animamos a aumentar la variedad de especies y variedades que cultiváis y coméis. En invierno escarolas, achicorias y crucíferas (coles, berzas, brócolis, etc.) son las reinas de la huerta y, salvo en zonas de inviernos muy rigurosos, aguantan perfectamente a la intemperie.

CERAI Aragón. Equipo de Dinamización Local Agroecológica