La cebolla está muy presente en invierno no sólo por su poder para mantener lejos los resfriados, sino también porque es durante el invierno cuando las cebollas de guardar están en su mejor momento de conservación, duras y totalmente “detenidas” esperando a que llegue la primavera para terminar su ciclo. Pero no les dejaremos terminarlo ya que consumimos sus bulbos dormidos y no sus tallos florales (salvo que queramos calçots). Además, es ahora cuando estamos sembrando y empezando el ciclo de la cebolla a consumir el invierno que viene.

Para guardarlas durante el invierno elegiremos una variedad tardía o de día largo (las que forman bulbos cuando el día tiene una duración de unas 14 horas o más, lo que se da en la península entre mayo y junio) tipo “Valenciana” o “Amposta” que recolectaremos a final del verano. Son redondas y su piel de colores castaño y violeta respectivamente. Su carne es dura y de sabor intenso, por lo que son perfectas para los guisos de invierno. Los primeros días de la estación todavía podremos disponer de alguna cebolla de una variedad más dulce y suave para comer cruda (y que guste a to-dos los públicos). Pero a medida que el invierno avanza, en casa sólo permanecerán sin brotar y en buen estado de conservación las cebollas tardías. No debemos olvidar incluir estas variedades en nuestra programación de cebolla ya que nos permiten el suministro –vía almacenaje– durante la única época del año en que no podemos cogerla del campo: el invierno.

El primer manojo de cebollas frescas que cosecharemos al inicio del año son las que trae la primavera temprana si hemos tenido la precaución de realizar una plantación en otoño con variedades tempranas tipo “Babosa”, que empezarán a formar bulbo cuando el día dure unas 12 horas (marzo-abril en la península).

Las “Babosa”, de carne más blanda y jugosa son las reinas de esta categoría. Si queremos reducir riesgos ante una subida a flor prematura (desencadenada fácilmente tras inviernos fríos) no las plantaremos hasta bien entrado el otoño e incluiremos también plantas de variedades de ciclo menos precoz, como las variedades tipo “Fuentes” y “Figueres”. Así, escalonaremos además las cosechas de cebolla para consumo en fresco. Son estas variedades de ciclos más intermedios las que nos permiten enlazar las cosechas de las dos siembras anuales que hacemos. Serán las últimas que cosechemos de la plantada de otoño y las primeras de la plantada de primavera, por lo que estarán presentes en ambas.

La siembra de invierno es la que nos asegura continuar el suministro de cebolla fresca y cebolletas para manojos, y sobre todo permite cerrar el ciclo sembrando la cebolla de guardar, que nos cuidará y alegrará nuestros guisos el próximo invierno.

CERAI Aragón. Equipo de Dinamización Local Agroecológica