Aportación de estiércol en el otoño

Nos hallamos en un buen momento para hacer los aportes de estiércol en nuestro huerto ecológico. Si no vamos a cultivar hasta la primavera podemos aprovechar para echarlos no muy descompuestos, porque se iniciará la descomposición de la materia orgánica durante el otoño. Si nos retrasáramos mucho podría ocurrir que el frío de estos meses no permitiría su descomposición y los cultivos de primavera se encontrarían con la materia orgánica todavía fresca. Es en esos casos cuando es más recomendable realizar un compostaje previo del estiércol y en general en las zonas no muy cálidas es mejor siempre el compost. Los aportes de estiércol suelen dar mejores resultados en aquellas zonas donde la mineralización es más rápida debido a las altas temperaturas.
La cantidad a aplicar como mantenimiento es la siguiente de forma orientativa: una tierra arenosa, por su mayor aireación y temperatura descompone con mayor rapidez la materia orgánica y admite más cantidad de estiércoles que las tierras arcillosas. Por eso pondremos, por ejemplo, 1,5-2 kg/m2 cada dos años en una tierra arenosa, pero 3-4 kg/m2 cada tres años en una tierra arcillosa.
El estiércol va a liberar los nutrientes a la tierra de una forma lenta, según el ritmo de mineralización. Por ello los aportes deben anticiparse a los cultivos más exigentes, para que cuando estos se desarrollen ya tengan los nutrientes disponibles.
Los estiércoles están formados por una mezcla de excrementos de animales (sólidos y líquidos), la cama de los corrales (paja, serrín) y a veces el agua de limpiar los establos. Nos referimos a estiércoles frescos cuando hablamos de aquellos en los que se distingue perfectamente la cama de los excrementos.
¿Qué estiércoles utilizar? Podemos encontrar estiércoles muy secos (gallinazas) y con una elevada cantidad de nitrógeno que ronda el 4% sobre la materia seca. Con ellos hay que tener cuidado de no sobreestimular el crecimiento, y provocar una mayor sensibilización ante plagas o enfermedades. Los de oveja y cabra tienen concentraciones que oscilan sobre el 1,8-2,5% lo que los hace más recomendables y seguros que el de gallinaza.
En agricultura ecológica se recomienda el uso de estiércoles provenientes de ganadería ecológica o en su defecto de animales que salen todos los días de sus corrales a pastorear (vacas, ovejas, cabras….). Además de proporcionar a los animales un mejor estado sanitario el hecho de salir a pastar supone ser menos sedentarios y unos estiércoles con menos residuos de medicamentos veterinarios. Las principales pérdidas de nitrógeno tras el aporte se dan por volatilización, en forma de amoniaco o de nitrógeno gaseoso. Para evitarlo es interesante enterrarlo ligeramente, dificultando que se nos escape a la atmósfera.
En caso de estar en zona lluviosa en otoño, si aportamos los estiércoles muy frescos el lavado provocará la contaminación de los acuíferos por nitratos, por lo cual es mejor que hayan madurado previamente en los estercoleros, donde se pueden controlar los lixiviados.
En cuanto a la conservación del estiércol, si hemos decidido guardarlo, debemos apilarlo en montones de aproximadamente 2m de altura, sobre una base impermeable (hormigón, arcillas, plásticos…) con el fin de que no se pierdan líquidos. Es muy conveniente adoptar estas medidas ya que una quinta parte del nitrógeno y una tercera parte del potasio se pueden perder. Interesa cubrirlo para evitar que las altas precipitaciones arrastren los nutrientes. Si recogemos en un depósito enterrado los lixiviados, los podremos utilizar para regar el montón de estiércol.
Hortalizas a las que no les gusta el estiércol fresco. Hay hortalizas que prefieren aportes en el cultivo anterior de la rotación establecida: nabos, rábanos; zanahorias, remolacha; boniato, patata; chufa, cebolla, ajo, puerro; lechuga, escarola, espinaca; acelgas, perejil, fresas; judías, guisantes y habas.
Riesgos de fitotoxicidad. En los inicios de la descomposición de la materia orgánica se producen compuestos (polifenoles, ácidos grasos, amonio, ácidos orgánicos…) que pueden generar daños en plantas sensibles o en plantas que se encuentren en momentos en los que son más vulnerables (germinación, estado de plántula). Por eso es tan importante que la materia orgánica haya sufrido previamente una descomposición suficiente, para que estos compuestos se liberen lejos de las raíces de las plantas sensibles.
Alberto Llopis (Ashorta)