En verano la aparición del oídio suele ser habitual. Se trata de una enfermedad criptogámica en la que las hojas y tallos afectados –principalmente tejidos y órganos nuevos como hojas, brotes, frutos en formación– se ven cubiertos de manchas pulverulentas blanquecinas o grisáceas y puede perjudicar al desarrollo del cultivo. Por ejemplo, se suelen ver afectadas las cucurbitáceas (melón, sandía, calabaza, calabacín, pepino, etc.). Pero no es lo mismo una planta de calabacines que tiene oídio al final de la producción –y esto no tendrá mayores consecuencias porque nos limitamos a retirar las plantas afectadas– como si afecta a unas plantas de calabaza o de melón, especialmente en invernadero, en pleno crecimiento, porque puede afectar al fruto y eso ya no nos conviene tanto.

Las esporas se transmiten por el aire y se desarrollan en la superficie de los tejidos vegetales en períodos cálidos y secos. A diferencia de otros hongos no necesita una película de agua para desarrollarse, incluso se estanca su desarrollo en época de lluvias. El oídio se da sobre todo a partir de mayo, porque es cuando la diferencia de temperatura entre el día y la noche es más importante. Generalmente la enfermedad no aparece hasta el final del período vegetativo, habrá que tener en cuenta que los hongos hibernan sobre las plantas en esporangios esféricos.

Una forma de prevenir es sembrar dejando espacio para que las plantas se aireen. En invernaderos vigilaremos muy bien la ventilación, y en general evitaremos los excesos en nitrógeno (es preferible el compost al estiércol compostado). También hay que procurar elegir variedades resistentes o tolerantes al oídio.

Habitualmente se cortaba y retiraba las hojas o tallos afectados según aparezca el oidío y se espolvoreaba azufre como preventivo y curativo (salvo que estemos en período de floración, porque es muy volátil y afectará a los polinizadores). Se hace muy de mañana, porque con más de 28 oC podemos quemar la vegetación, algo a lo que el melón es muy sensible. Además el azufre se acumula en la tierra.

Para no tener estos inconvenientes podemos prevenir el oídio con preparados de plantas como la decocción de cola de caballo: 1 kg de planta fresca o 150 gr de planta seca, para 10 litros de agua. Poner la planta en agua fría 24 horas, luego llevar a ebullición durante 20 minutos. Dejar enfriar y filtrar bien.

Otra alternativa al azufre, para prevenir y curar, es la leche desnatada o el suero de leche, diluido al 10 %. Lo que se hace es bloquear la germinación de esporas. Según estudios, el suero de leche, al 10 % en adelante, tiene la misma eficacia que un fungicida clásico y además estimula la resistencia de la planta.

La leche debe contener la menor grasa posible, por eso es ideal la desnatada o el suero de leche. Contra el oídio se aplica a lo largo del verano. Estará diluido en las siguientes proporciones: 1 litro de leche desnatada en 9 litros de agua directamente en el pulverizador. Agitar bien y pulverizar por la mañana o por la tarde. Esta preparación se puede mezclar con la decocción de cola de caballo. Cada 10 días en período de afectación, y después ir espaciando las aplicaciones.