¡Los productos ecológicos no tienen una publicidad tan bien orquestada!, y sin embargo, cuánto dinero ahorrarían a la Seguridad Social. En Asturias, hace unos años, una hortelana me comentaba cómo fue haciendo clientas fijas porque las espinacas ecológicas eran las únicas que no causaban daños intestinales, ¿por qué esta diferencia? Las convencionales tienen menos hierro, y si además son de cultivo forzado, con poca luz del sol y con mucho abono los nitritos se disparan, ¡pobre Popeye!
Una visita a un hortelano ecológico, o un huerto escolar, ayudará a nuestros hijos a descubrir el origen de los alimentos y no hará falta insistir, ni con esta verdura ni con las demás. Comerlas les sentará muy bien, y les hará un poco más selectivos con la publicidad. Leyendo con ellos entenderemos mejor “La casita de chocolate”, antiguo cuento popular recogido por los hermanos Grimm, una casita atractiva y comestible, alegre y colorida por fuera, pero perversa por dentro.
Rosa Barasoain
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