El pulgón negro de las habas

Aphis fabae (pulgón negro de las habas) es un insecto homóptero picadorsuccionador, que migra a las matas de habas en abril. También visita plantas de remolacha, zanahoria y capuchinas entre otras. En las habas aparece principalmente en brotes y flores formando grandes colonias, que con sus picaduras debilitan la planta y pueden llegar a deformar brotes y flores si el ataque es muy intenso. Estos insectos segregan melaza, sustancia pegajosa que mancha las hojas y sobre la que pueden depositarse hongos saprófitos como la negrilla, dificultando la realización de la fotosíntesis.
Estos insectos se concentran en los brotes más tiernos y se potencian cuando la planta es muy vigorosa. Por ello es interesante no hacer aportes de estiércoles que dejen en la tierra mucho nitrógeno. Otra técnica que se utiliza para evitar su proliferación es el pinzado a partir del sexto o séptimo grupo de flores de los brotes.
Los pulgones tienen numerosos enemigos por parte de la fauna auxiliar, que pueden ayudarnos a regular los niveles de plaga como por ejemplo crisopas, coccinélidos, sírfidos y tijeretas.
Debemos tener cuidado al utilizar un insecticida, para que no perjudique a la fauna auxiliar. Evitaremos pulverizar los setos o cultivos cercanos que no presenten la plaga de pulgón, ni plantas cercanas con flores. Un buen insecticida que tiene pocos efectos adversos para el control natural es el jabón potásico. Preparando una dilución al 3% los efectos insecticidas son muy buenos para aquellos insectos que segregan melaza.
El jabón potásico actúa debilitando la capa protectora de ciertos insectos o, en el caso del pulgón, eliminando la capa de melaza que los protege de la radiación solar. El tratamiento con jabón reseca al insecto y lo deja más expuesto y sensible ante el sol. Por ello conviene hacer el tratamiento por la mañana temprano, para que al insecto no le dé tiempo a recomponer sus estrategias defensivas antes de mediodía. De esta manera el sol se encargará de acabar la faena.
El jabón potásico es una pasta que se disuelve con dificultad, por lo que se recomienda ponerlo a remojo la noche antes, lo que hace que a la mañana siguiente esté bien emulsionado y se haga bien la dilución definitiva. También se puede encontrar en el mercado diluido, listo para su uso.
Debemos decir que el jabón de sosa es más fácil de encontrar, pero no debe usarse como insecticida porque al tener sodio es algo tóxico para las plantas y al caer a la tierra puede dañar la estructura de la misma. Hay que tener cuidado con la mayoría de lavavajillas del mercado, pues están hechos a base de sodio o de productos químicos no biodegradables, es mejor no usarlos como insecticida en la huerta.
Alberto Llopis (Ashorta)